PRIMERO SE HIZO LA OSCURIDAD, Y LUEGO LA VOZ… LA DE MIGUEL HUMBERTO AGUIRRE, ‘MIHUA’.
Tuvieron que pasar 18 años largos años para que Miguel Humberto Aguirre regrese a su casa tras el Golpe de Augusto Pinochet en Chile, en 1973. Él, allendista a toda hora y progresista convencido, no concebía que tenía que pedir permiso para entrar a su propia casa. Era un perseguido político. Su cabeza estaba en las listas negras de la DINA.
¿Qué significó conocer a don Miguel Humberto Aguirre «Mihua»?
Yo lo conocí en 2006, siendo un periodista que ya había hecho prácticas en el diarismo, pero quería aprender aún más de los maestros del periodismo. De los que se formaron en la cancha, como se aprenden las cosas buenas que duran toda la vida. ‘Mihua’, como ya lo conocía todo el Perú a través de las hondas radiales de RPP, era uno de los periodistas de la Edad del Plomo, como llamaba Guillermo Thorndike a los viejos periodistas de entonces, curtidos entre la Literatura y la bohemia; formados en salas de redacción donde se sentía el olor a plomo y tinta; el retumbar de las viejas rotativas y el traqueteo relajante de las máquinas de escribir para quien se acostumbra y llega amar ese tic tac frenético.
El tótem de la radio me daría una entrevista
Miguel Humberto Aguirre (Mihua) aún se encontraba en RPP cuando me aceptó la cita, emisora en la cual trabajó por más de 30 años. Ya era bastante grande, sin embargo, de una energía inagotable. Pero ya no era voz en la radio, sino que tenía un puesto más de dirección periodística o algo así.
Me recibió en una oficina de la actual sede cerca a Av. Aramburú, en Paseo de la República. Sonriente.
Estaba ante un tótem de la radio y el periodismo, pero su rostro de luz te daba confianza. He tenido a muchos entrevistados ante mí, unos de rostros despreciables, llenos de soberbia y amargura. Con Mihua sentías una paz de solo verlo. Me fue entonces fácil relacionar la voz con el rostro. Pues de niño, en la época de los apagones, cuando los senderistas volaban las torres eléctricas de alta tensión en Lima para generar zozobra, la voz de Miguel Humberto Aguirre se hizo parte indesligable de aquellas noches forzadas.
Mihua el mediador de la onda electromagnética
Yo vivía en ese tiempo la Residencial San Felipe, en Jesús María. La norma era tener una radio a pilas, linterna a pilas, velas y fósforos. Apenas empezaban los apagones, nos reuníamos en torno a la luz de las velas, como una mesa de espiritismo, y encendíamos la radio, esas de dial de aguja. Todos en derredor.
De esa caja ploma de pronto salía la voz calma de Mihua. Ya tenía experiencia en radiodifusión. Empezó a trabajar en radios en su Chile natal, donde nació en 1932, en Radio Magallanes. No puedo evitar pensar y relacionar la voz de Mihua con la de Salvador Allende, su compañero y amigo. El último discurso de Salvador, el compañero presidente, fue precisamente en Radio Magallanes. «Seguramente Radio Magallanes será callada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. Tengo fe. En Chile su destino», dijo minutos antes de morir. Allende se equivocó en parte de esa última frase. Su voz no fue apagada. Aún puede escucharse el último mensaje de Allende por ejemplo aquí al dar clic e incluso en varios otros canales de YouTube.
De la misma manera, el metal tranquilo de la voz de Mihua nos daba sosiego en esas noches de tinieblas y miedo. En corro, con la radio al miedo, la voz de ese chileno-peruano nos decía qué hacer, que mantengamos la calma, que no cedamos al miedo. No había celulares, así que personas alejadas podían comunicarse con sus familiares para decirles que estaban bien, aún con vida, usando el espectro electromagnético de la radio. Con la mediación del Mihua varias personas desaparecidas pudieron ser encontradas por sus seres queridos.
Una voz que seguirá vibrando con nosotros desde el mundo digital
Felizmente los medios digitales podrán preservar de la misma manera la voz clara, culta y amable de Miguel Humberto Aguirre, compañero y amigo de Allende. Hoy, que he incursionado en el periodismo de Internet, veo con tristeza que muchos cultivan un estilo de matón: gritos, amenazas, insultos. Un lenguaje ramplón, procaz, un conocimiento pueril del castellano de no más de 500 palabras mal balbuceadas. Un léxico francamente misérrimo. Hasta musicalmente feo. Creen que gritar es tener la razón.
Nuestro Mihua, no necesitó llenarse la boca de vulgaridades para ser escuchado por millones de peruanos y peruanas, que sintieron en su voz un eco de paz. Quizás, fue también parte de su otra faceta, pues además de militante político —aunque no inscrito en un partido—, fue también un militante católico, alguien que realmente practicó el verbo de Cristo, de ayuda al prójimo y al necesitado. Aquí pueden leer la reseña biográfica que RPP ha publicado sobre Mihua, un homenaje merecido desde su casa radial.
Esta semana, Mihua nos ha dejado con 92 años bien vividos, como hay que vivir la vida para que valga la pena contarla. Pero ahora, si acaso les queda algo de tiempo, quisiera que imaginen la voz de don Miguel Humberto contestando esta entrevista que le hice en 2006.
Ya nos veremos, maestro, para tomar ese ron del que me habló.

Miguel Humberto Aguirre (Entrevista ‘in memoriam’)
Entrevista a Don Miguel Humberto Aguirre ‘Mihua’
¿Dónde estabas cuando se dio el golpe de Pinochet en el 1973?
Yo estaba en Checoslovaquia. Había ido a un congreso de periodistas y a ver una maquinaria porque yo en ese momento era sub director del diario La Nación. Es el diario del gobierno, que tiene de todo; pero las leyes se publican aparte.
¿Cómo te enteraste?
Me levanté por la mañana y en la radio escuché tres palabras: Valparaíso, Punch y Carabineros (nombre de la policía chilena). Esa palbrita “punch” en checo significaba golpe. Yo no sabía nada de ese idioma que es una pila de consonantes juntas que uno no entiende nada. Entonces cuando llegó mi traductor le dije “oye qué ha pasado”, y me dijo, “no, nada, no pasa nada”. Nos fuimos a tomar desayuno y le dije “no te hagas, acá hay golpe militar”. Entonces me lo confirmó.
¿Qué fue lo primero que hiciste?
Lo primero que pensé fue en regresar inmediatamente. Estaba en la ciudad de Brno. Me pasó algo muy curioso. Tomé un avión y me fui a Praga. El embajador de Chile, cuando había llegado a Checoslovaquia, me fue a recibir como subdirector del diario, (pero ahora) ya ni me conocía el hijo de p…Ya no me abrió la puerta. Como ya el golpe lo habían dado, se estaba acomodando con el otro lado y ya no me dio ni la hora. Entonces pensé en mi futuro y como sea debía regresar a Chile.
¿Por qué no te recibía, cuál era tu tendencia política?
Yo he sido siempre un hombre progresista, pero nunca he sido militante de ningún partido, y soy un hombre católico. En el gobierno de Allende había católicos, protestantes, evangélicos, de todo. Yo por ese entonces militaba en un grupo católico y era director de radio Magallanes, y nosotros fuimos los que transmitimos el último discurso de Allende.

Entonces, ¿eras simpatizante de Allende?
No sólo eso, era allendista. Había allendistas, comunistas, socialistas, de todo. Yo tenía 35 años y ya había trabajado con él (Salvador Allende). Además, ya había trabajado con él y habíamos perdido dos elecciones; ya estábamos acostumbrados a perder…jaja. Después ya lo conocí más en persona, tuve la suerte de ser el primer periodista que dirigió la conferencia con los periodistas extranjeros cuando Allende fue electo. A mí me dieron el cargo de Asesor de difusión de la Presidencia, pero no lo acepté porque yo no sirvo para esas cosas, siempre he sido periodista.
¿Cómo era Salvador Allende en persona?
Recuerdo que a él no le gustaba la prepotencia de parte de sus guardaespaldas. Siempre les decía “suave muchachos, no se metan mucho”. Era muy tolerante. Mira, una de las cosas que creo es difícil encontrar es un Presidente que te aceptaba consejos. Nosotros le dábamos un consejo paternal, le decíamos por ejemplo “Presidente, Ud. estuvo anoche muy duro en la televisión, se le veía un gesto hosco” y nos decía “¿Uds. creen que sí?”. Siempre aceptaba consejos, o también lo llamábamos como “compañero”.
¿Fuiste perseguido?
Bueno, todos los compañeros lo estábamos.
Sin embargo, intentaste llegar a Chile…
Decidí por dónde llegar a Chile. Irse por Argentina era muy difícil porque había que cruzar la cordillera y todo. Pensé que más fácil sería cruzar por el Perú la línea de La Concordia. Además, decían que Chile estaba dividido y en la parte norte estaba la Unidad Popular [partido de Salvador Allende]; en la parte centro, Pinochet; y en el sur, también la Unidad Popular [UP]. Esas noticias que recibíamos en Europa era mentiras que las transmitía gente de la misma UP, tal vez para mantener viva la esperanza. Entonces llegué a Lima, logré comunicarme con mi casa y me dijeron que no regrese porque estaban matando gente.
¿Tenías amigos acá en Perú?
Tenía buenos amigos. Era muy amigo de un hombre que fue extraordinario en la radiofonía peruana, que se llamaba David Odría. Era un excelente animador y conductor, un hombre que tenía una memoria de elefante. Fui donde él y le conté lo que me pasaba. A mí incluso en Chile me acusaban de peruanófilo, porque yo siempre venía, tenía amigos, hablaba con Lima, etc. Yo organicé el Festival de Valparaíso, justamente de dónde era Pinochet; y ahí fue Ofelia Lazo, (por medio de ella fue) que conocí al Presidente (del Perú). Con ayuda de ellos conseguí permiso para quedarme.
¿Crees que la DINA, la inteligencia de Pinochet, quería matarte?
Mira, yo una de las anécdotas buenas que tengo fue un día cuando estaba en la casa acá en Lima. Después de sies años logré traer a mi esposa y a mi hija. Entonces un día estábamos en la casa viendo televisión. Recuerdo que estábamos viendo esa serie Combate, donde salían soldados, tiroteos. De pronto mi hijita se acerca al televisor y dice “mamá, te acuerdas que así entraron a buscar al papá”. Dios ha sido bueno conmigo, si estaba ahí tal vez en este momento no la cuento.
¿Perdiste amigos o familiares durante el régimen de Pinochet?
Mi familia directa no fue atacada. Una cosa curiosa es que el director de la Escuela de Carabineros era mi cuñado. Yo nunca le pedí un favor, ni él a mí. Además, uno de los principales que cuidaba a Pinochet en la primera etapa era concuñado mío. Siempre he pensado que mi suegro, si nos hubiese sentado a los tres, hubiera tenido un gran problema. Sin embargo, perdí muchos amigos y periodistas de la Unidad Popular, como Augusto Olivares, que estuvo al lado de Allende. Él era compañero nuestro, el que nos mandaba y dirigía al grupo de periodistas.
Mencionas al famoso Augusto “el perro” Olivares, fue quien se suicidó junto a Salvador Allende, ¿no?
Eso es lo que dicen. Yo no fui testigo y siempre lo pondré en duda, como la de la muerte del Presidente.
¿No crees en la tesis del suicidio de Allende?
No creo. Yo vi como era él y no lo creo. Mi idea es que Allende murió peleando. A lo mejor puede ser una posición romántica, pero creo eso. Ahora bien, para suicidarse también hay que ser muy valiente.
Cuando te quedas en Lima creo hiciste hasta de cartero, ¿no es así?
Mira, yo no tenía trabajo. Entonces tenía un compañero al cual le guardo un gran cariño que me hacía hacerle sus notas de prensa para una empresa. Luego yo las repartía en todos los diarios; así que era un potencial cartero [risas.]
¿Cómo así incursionaste en el periodismo peruano?
Tuve la suerte de conocer a una chica que ahora es escritora y ella fue llamada por Thorndike cuando la Junta Militar de Velasco hizo el cambio de dueños de los periódicos. Ella me llevó donde Thorndike, que era director de La Crónica.
Yo empecé en periodo de prueba en lo que en ese tiempo se llamaba ‘la mesa, que era donde volteábamos las notas de los muchachos que aún no escribían bien. Como a los seis días el jefe de redacción me encarga hacerle una entrevista a un escritor y me acompañó el Chino Domínguez.
Luego de entregar la nota me llama el Director y me dice que mi nota no iba a aparecer en el diario. Yo asentí, no dije nada y me paré. Me preguntó “¿Ud. no quiere saber por qué no va aparecer?”, y dijo “va aparecer en Variedades (suplemento del domingo), queda Ud. contratado”.
¿Qué significa para ti Augusto Pinochet?
Si dijera la verdad sería chocante para muchos. Porque a las prostitutas les tengo un gran respeto por ganarse la vida con mucha honradez.
Mal que bien Pinochet te cambió la vida…
Desde luego. Cuando ya viejo tuve que empezar de nuevo. Yo ya era un hombre formado, sub director de un diario, corresponsal, etc.
¿Crees que la sacó barata Pinochet al morir y no ser sentenciado finalmente?
Algunos dicen que hizo cosas buenas, pero todo lo hizo sobre un charco de sangre y no debemos olvidar eso. A mí no me afectaría tanto, pero desapareció padres, hermanos, amigos. Yo no puedo rendirle pleitesía a un tipo así. Ahora mismo el hijo del general Prats fue al féretro de Pinochet y lo escupió. A él le mataron a su padre y a su madre. Esa gente tiene todo el derecho de gritar. Pero ya en la otra vida lo pagará, porque Dios no lo perdonará; en el cielo no tiene cabida.
¿Regresaste a Chile?
Tuvieron que pasar 18 años para que regrese. Para regresar había que pedir permiso y ¿cómo iba a pedir permiso yo para entrar a mi casa? Cuando uno pedía permiso te ponían una “L” en el pasaporte, no sé que significaría. Yo regresé en el 88 para el plebiscito del “Sí” y el “No”, que perdió Pinochet.
¿No extrañabas tu tierra?
Un amigo europeo me enseñó algo muy importante. Me dijo que los afectos que te hacen recordar más son los del estómago. Para los peruanos la nostalgia comienza por el ceviche, su pisco, el ají. Yo esas cosas las olvidé totalmente para poder resistir.
¿Cómo encontraste Chile a tu retorno?
Cuando fui la primera vez pregunté por un amigo y me dijeron que lo habían matado. Luego me decían que otros ya no estaban, que no hacían periodismo, etc. Fui al mercado y encontré cinco amigos que escribían maravillosamente vendiendo pescado. Eso me dolió mucho.
La del estribo, ¿el pisco es chileno o peruano?
Yo no tomo pisco, tomo ron. No tomo otro trago que no sea Habana 7 años. Te pegas una tranca con ese y amaneces como si hubieras tomado agua bendita. Ahora, te digo que nosotros hacemos una cosa que se parece al pisco; pero sí te digo que el vino chileno es muy bueno…jaja.
Por: Eduardo Abusada Franco
Seguir a @eabusad IG: @eduardoabu79
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