Hay paleas de box que, a través de la memoria aumentada, se convierte en batallas, en combates legendarios. George Foreman o ‘Big George’, dio muchas de esas batallas. Contra Joe Frazier en Jamaica o frente Muhamad Ali en Kinshasa, Zaire (actual República Democrática del Congo), en 1974; pelea que se conoció como ‘El Estruendo de la Selva’.
Por: Eduardo Abusada Franco
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George Foreman versus la vida, su vida
Pero la lucha más dura de ‘Big’ George fue dentro de él mismo, contra su vida, su rabia, sus propios demonios. Acabo de terminar de ver la biopic sobre este inmenso pugilista, simplemente titulada Big George Foreman. Es un film de 2023. No puedo decir que es una obra de arte del cine, pero sí es bastante emotivo y participa el gran actor Forest Whitaker, ganador del Óscar a Mejor Actor por su sin par actuación en El último rey de escocia.
De la pobreza al trono, el hambre de George Foreman
La película es fiel a la biografía de George Foreman. Desde su paupérrima infancia en una Texas marcada por el racismo, donde no tenían nada, excepto hambre; hasta su retiro como el campeón del mundo de los pesos pesados con más edad en toda la historia del boxeo.
Desde niño tuvo que pelear. Para defenderse de quienes se burlaban de él y querían hacerle bullying. Luego tuvo una juventud un tanto perdida como delincuente menor. Su madre siempre fue el faro que lo guiaba de regreso al camino del bien, al camino, para ella y su familia, de Dios. Pues ella siempre fue ferviente creyente y anhelaba que su hijo escuche también la palabra del Supremo.
El joven Foreman tenía devoción por su mamá, pero no por Dios. Le era indiferente, no le hablaba, ni Dios a él ni él a Dios. A su favor tenía su enorme musculatura, su fuerza desmedida. Eso le dio Dios… o la genética.
Descubridor, entrenador, mentor y casi padre
Esa fuerza irrazonable fue la que supo ver Charles ‘Doc’ Broadus —en el film interpretado por Whitaker—. ‘Doc’ —y eso no sale en la película— fue nieto de un esclavo negro. Nació en 1919 y de joven fue contrabandista de whisky. Llegó a boxear con el gran Joe Louis, quien le aconsejó que se dedique al box.
Así lo hizo y tuvo una apreciable racha de victorias. Tras dejarlo se convirtió en uno de los entrenadores de box más importante de todos los tiempos y fue incluido en el Salón Internacional de la Fama del Boxeo en 1998. Fue él quien canalizó esa rabia y furia del grandulón George hacia el deporte que amaba.
No solo fue entrenador, fue la figura paterna que le faltó al adolescente George cuando necesito entrar en vereda. Figura que suplió su madre con amor y la palabra de Dios de su lado. Charles ‘Doc’ Broadus se convirtió en algo así como que lo que significó Cus D’Amato para el atribulado Mike Tyson.
Cada golpe de Foreman no era solo un movimiento deportivo, un gancho, un cruzado, un recto; no, era un mazazo contra la vida, contra la frustración que había tenido que superar. No era un hombre, era algo más, un tipo a camino entre un ser humano y un animal. Y así se lo recordó Broadus el día que se enfrentó a Joe Frazier. En la película le dijo esta frase: “Estás listo, George. Joe espera que solo seas un hombre. Pero esta noche eres una bestia. Suéltala».

Frazier, que había vencido a Alí, era invencible.
Cuando se le metió en la cabeza al joven George Foreman llegar a la cima de su categoría, a ser el rey absoluto del peso pesado, lo movía el hambre y la furia. Había visto los lujos que se gastaba Frazier y otros campeones negros. Él, que conoció el hambre y las muchas privaciones, no solo quería el cinturón, sino lo que venía con él: el dinero, el lujo y la fama. El mismo Foreman, ya abuelo, dijo en una entrevista: «Para boxear hay que pasar mucha hambre antes. Quiero volver a pelear».
Al inicio de esa fulgurante carrera por el todo, Archibald Lee Wright, más llamado Archie Moore, legendario campeón de peso mediano quien también se hizo amigo y entrenador del púgil le dijo: «Lo que te propones hacer va más allá de tu imaginación. El día que luches por ese campeonato el aire será diferente, el sol será diferente. Solo dos hombres importarán en la Tierra. Y tú eres uno de ellos. El otro, si logras llegar tan lejos, es Joe Frazier».
Acá los mejores golpes de George Foreman vía FIGHTER CHANNEL 3
Más dura será la caída
Hay dos tipos de boxeadores. Los que han besado la lona y los que la van a besar. Todos, tarde o temprano, van a caer. Big George, como un tren sin frenos, arrolló a Joe. Había logrado la hazaña. Destronó a Frazier. Vino de golpe el lujo, el dinero, las mujeres. La vida de George Foreman se empezó a desordenar. Su madre seguía allí siendo un cable a tierra. Pero el dinero y lo que conlleva puede ser un maremoto para un joven salido de la pobreza.
Un 30 de octubre de 1974, el más grande, el más bocón, hizo besar la lona a Big George. Muhammad Ali planteó un combate perfecto, épico. Su preparación mental estaba por encima de su físico, pues George Foreman era más joven y de mayor envergadura. Foreman lo odio, de allí tocó fondo.
Lo dejó su esposa ante sus infidelidades y luego se fue a la quiebra por estafas y malos manejos de su contador. Entonces empezó la verdadera batalla de esta leyenda, empezó el camino de su verdadero mito, el que libró fuera del ring. Su pelea más grande, contra él mismo.
“No es el tamaño del hombre en la pelea, es el tamaño de la pelea dentro del hombre”
En la lona y desde el fondo de su vida, por fin, escuchó a Dios. La voz que tanto había esperado desde niño, la presencia que le contaba su madre pero que nunca le dio el pan. Dios, solo él. Foreman se hizo predicador, construyó un centro para ayuda a los jóvenes a través del deporte, y engordó mucho, desde luego. La bestia dentro de sí mismo, la rabia, el descontrol… contra ellos, todos juntos, tuvo que pelear este hombre que solo sabía dos cosas entonces: pelear y predicar.
Veinte años después de perder el título del mundo contra Ali, a los 45 años, edad realmente avanzada para un boxeador profesional, Big George hizo posible lo imposible. Con evidente sobrepeso, los ojos del mundo vieron al gigante, ya viejo y cansado, a regresar por su cinturón. El gigante, quizás más lento que antes, veía desde su experiencia y la nueva paz que había descubierto. Le había dicho a ‘Doc’ Broadus que esta vez lo haría a su estilo, a su nuevo estilo, la bestia ya no existía. Ya no había odio en su alma. Ya no existía la furia que lo enfrentó contra Muhammad Ali.
“No es el tamaño del hombre en la pelea, es el tamaño de la pelea dentro del hombre”, comentó un periodista deportivo al ver el sobre peso de Big George. Antes de pisar ese ring contra el nuevo, joven y veloz campeón, Michael Moorer, el viejo Foreman ya había ganado. Había triunfado ya contra sí mismo, contra la bestia interior.
Lo del ring fue otra cosa, una pelea de otra especie. Golpe tras golpe aguantó. En el noveno, solo necesitó de un derechazo medio en diagonal para hacer posible lo imposible. El resto es leyenda. El campeón del mundo más viejo de la historia.
Esta es no es solo una historia de box ni solo una biografía. Es una épica de la eterna batalla del hombre contra sus propios miedos. Y George ‘Big’ Foreman la ganó.
NOTA: Imagen de portada obtenida del video: Cuando Foreman se convirtió en campeón a los 45 años | El Ring – YouTube
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